Stmo. Cristo de la Vera Cruz o Yacente. Anónimo s. XVII-XVIII
Cofradía del Santo Entierro, Fuentesaúco (Zamora)
El Cristo de la Vera Cruz es una talla en madera que
representa a Cristo muerto en la Cruz, de tamaño algo inferior al natural
presenta los brazos articulados para representar el descendimiento de Cristo.
Habitualmente se expone en su articulada urna de corte barroco, para
representar el misterio del Santo Sepulcro.
La talla del Cristo mantiene las líneas habituales de este tipo de
imágenes, especialmente las líneas de Cristo Nuestro Bien, Salamanca, de la
Cofradía de la Vera Cruz de Salamanca. Frente a la verticalidad de los
crucifijos articulados, esta imagen presenta un marcado dramatismo al dejar
vencer el cuerpo que se adelanta sobre la línea de la Cruz, si bien este efecto
no se observa al presentarse siempre en posición yacente. Las proporciones de
la imagen son de líneas clásicas con una anatomía contenida y un tratamiento
del paño de pureza de trazos rectos que cubre por completo la cadera de la
imagen.
La urna del Santo Sepulcro de Fuentesaúco sigue las líneas arquitectónicas
del Santo Sepulcro propiedad de la Cofradía de Santa Vera Cruz de Salamanca (foto).
La urna de base rectangular cuenta con
un friso con cartelas de corte barroco (cuyo dibujo se ha perdido por sucesivas
intervenciones), un cuerpo principal adornado con cristales separados por
columnas, que alternan el fuste liso con el perfil salomónico en las esquinas,
y una tapa de corte trapezoidal. El Santo Sepulcro de Salamanca fue donado en
en 1678 y está realizado en ébano, carey
y plata presentando una línea sobria en su decoración con piezas de diseño
rectilíneo. El elemento más identificativo del Santo Sepulcro de Fuentesaúco es
la decoración de su tapa que recrea un camino de cipreses culminado por una
cruz con los Arma Christi tallados a
navaja, vinculado al denominado arte pastoril..
La participación del Cristo de la Vera Cruz en la Semana
Santa estaba muy vinculada al acto del descendimiento. Dicha representación
tenía lugar frente a la ermita del Humilladero el Viernes Santo, cuando la
lluvia no permitía celebrarlo al aire libre el acto tenía lugar en la iglesia
de Santa María del Castillo, hecho que acabó convirtiéndose en costumbre
habitual. La celebración en la iglesia parroquial se fue consolidando, realizándose en el presbiterio un agujero
para acoger la cruz cada Viernes Santo.
La celebración contaba con una gran acogida popular que distorsionó el
valor espiritual de la misma, así el 29
de mayo de 1827 el obispo don Tomás de la Iglesia y España prohíbe la
celebración del descendimiento por los altercados que provocaba, subiendo la
gente a altares y retablos para poder ver la escenificación.
Puede asegurarse que desde el siglo XIX la participación del
Santo Sepulcro en la Semana Santa tiene lugar en la procesión del traslado
(antiguamente llamada del Santo Entierro), en la procesión del Santo Entierro (anteriormente
denominada Procesión General) y en el acto de veneración a la talla el Sábado
Santo.
Javier Prieto
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