Los nazarenos se estructuran jerárquicamente a través de las cruces penitenciales, siendo la máxima a alcanzar La Cruz del Señor. La Cruz del Señor es de grandes dimensiones pudiendo pesar cerca de los 30 Kg, simboliza el último peldaño en la penitencia de los nazarenos. Llegar a la Cruz del Señor supone el fin de un largo camino realizado año a año escalando posiciones hasta alcanzar el máximo lugar entre los nazarenos que procesionan.
El nazareno que porta la Cruz del Señor será el último año que participe en la procesión vestido como nazareno pues ha finalizado su "itinerario de penitencia", pero en su último año ejercerá de cabeza de la procesión especialmente en el rezo de las Cruces.
Durante el ejercicio del Vía Crucis, quien porta la Cruz del Señor es el único que marca la duración y el camino de este ejercicio público de penitencia. Las Cruces, nombre popular de los Vía Crucis de Jesús Nazareno, tienen horario y lugar de salida pero no un recorrido previo, la Cruz del Señor es quién marca por donde se desarrollará la procesión sin ningún tipo de limitación entre calles o caminos.
Además él fija cuando se reza las estaciones, donde la Cruz del Señor pare a toque de esquila todos los nazarenos pararán se arrodillarán y se procederá al rezo de la Estación del Vía Crucis correspondiente.
Este tipo de tradiciones conservadas a lo largo del tiempo permiten volver a épocas pasadas. Los nazarenos atesoran un rico patrimonio inmaterial que las generaciones actuales debemos encargarnos de proteger y guardar para que no puedan perderse.
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