martes, 18 de septiembre de 2012

Vestir imágenes y disfrazar advocaciones, cuando no todo vale

Anoche, en la visita rutinaria a blogger, encontré una nueva entrada de El Capiller del Rosario, esta joven hermandad charra que hunde sus raíces en la devoción dominica a la Virgen del Rosario. Y algo llamó especialmente mi atención ¿qué lleva en la mano? y empecé a darme cuenta de una serie de elementos: escudo mercedario, escapulario, cadenas... pues lo de la mano son: ¡grilletes! He aquí que la Virgen del Rosario había adquirido por arte de su vestidor el título de la Merced. 

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El cambio de look del Rosario de Salamanca no deja de ser curioso, introducir una advocación mercedaria en uno de los conventos más significativos de la Orden de Predicadores, que si bien es cierto que las ordenes pierden fuerza hasta para competir entre ellas, pero sería algo impensable en otros momentos de la historia. Ante qué imagen se encuentra ahora el fiel, Rosario o Merced, dicen que es la Virgen del Rosario pero ¿no contemplamos a la Virgen de la Merced con toda su iconografía? El arte del alfiler tiene también sus riesgos, y el confundir iconografías al buscar la renovación en el fondo de armario es muy habitual. Pero la intención de este artículo no es hacer sangre con la hermandad ni el vestidor del Rosario de Salamanca, más bien reflexionar sobre los peligros del abuso del alfiler y la falta de sensatez a la hora de vestir una imagen.


Virgen del Sol, Sevilla
¿Inmaculada Concepción Dolorosa? ¿María Santísima de Murillo? ¿Virgen de las Lágrimas en el misterio inmaculista? No, Virgen dolorosa bajo la advocación de Nuestra Señora del Sol. 

Si en esta imagen José Manuel Bonilla Cornejo quiso representar el misterio de María como madre dolorosa en la Pasión y Muerte de Cristo, resulta chocante contemplarla con los atributos de la Inmaculada Concepción. Y dirán, ¡pero si es la misma! Por eso, el misterio de fe que encierran las imágenes de María contiene todos los dogmas proclamados sobre la Madre de Dios pero se escoge un matiz concreto, un perfil, una representación para  dar a conocer a María. ¿Se imagina alguien a la Virgen de los Reyes, patrona de Sevilla, sobre un lecho mortuorio? Y sin embargo no hay dificultad en festejar en su fiesta su gloriosa asunción a los cielos, aunque se le vea sonriente con su pequeño infante en el regazo.

Llegados a este punto alguno pensará que este rancio bloggero no comprende el arte de vestir y que más le valdría quedarse con las imágenes de talla que pueblan el norte de España que meterse con tan noble arte, pero me atrevo a seguir con más ejemplos.


Virgen de la Candelaria, Sevilla
Con infante en el regazo, y de los seriados en Olot, vemos a la Virgen de la Candelaria a finales de los años 30. No es su advocación las candelas, pues nadie podrá rechistar al verla con el divino Niño representando el rito de la purificación, pero entra en liza otro termino importante en esta cuestión: la iconografía. La representación de las imágenes se alió pronto con la simbología para facilitar la identificación de los personajes y misterios de la vida de Jesús, María y los santos. Así la Virgen de las Candelas o Nuestra Señora del Sol responden a la iconografía de la Dolorosa, ojos llorosos, rostro desencajado, puñal en el pecho, mientras que la Virgen del Rosario se identifica por el cetro y el rosario, soliendo llevar al Niño Jesús sobre el brazo derecho. Alterar la iconografía es modificar el misterio que contempla el fiel, algo que en determinadas ocasiones puede responder a un criterio litúrgico o a la necesidad espiritual del momento pero que por lo común responde al ocio cofrade de vestidores, priostes y miembros de las cofradías.

Virgen de las Mercedes ¿o Pastora? de la Puerta Real

En conclusión, la extensión de blogs, webs, foros y medios cofrades varios ha fomentado una moda del alfiler y la blonda que alejan en gran medida el perfil de muchos vestidores de lo que realmente deberían ser. El vestidor, como el policromador del XVI, pone la capa final a la obra sagrada que concibe el escultor, sin buenos vestidores muchas imágenes no serían lo que hoy conocemos ¿No es ya el tocado de Ojeda parte de la iconografía macarena? Pero amparados en ese arte efímero han surgido modas, juegos y pasatiempos que deberían quedarse en el onanismo alfiletero (permítaseme la expresión) de las devociones particulares, o incluso buscar una salida laboral en el escaparatismo profesional en vez de convertir las imágenes de devoción en burdos maniquís en los que muchos somos incapaces de ver a la Madre de Dios.

Ante tanta dolorosa de colorín, glorias que un día son Pastora, otro Rosario y otro sabe Dios que, mantos  que cubren y no visten porque se olvida quien los lleva,  me quedo con el luto inconfundible de la Soledad al pie de la Cruz, que es un misterio que entiendo y que me recuerda que a los pies de la Cruz, Dios nos la entregó por Madre.
Soledad de soledades


 Javier Prieto.

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